María Magdalena

María Magdalena

Sábado de la octava de pasuca

Del libro “Yo, María Magdalena, discípula de Jesús”, de María Gloria Ladislao


Jesús, que había resucitado a la mañana del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, aquella de quien había echado siete demonios. Ella fue a contarlo a los que  siempre lo habían acompañado, que estaban afligidos y lloraban. Cuando la oyeron decir que Jesús estaba vivo y que lo había visto, no le creyeron. (Mc 16, 9-15)

No nos creen. No les alcanza nuestra experiencia ni nuestro testimonio. Ellos se fueron todos y ahora tienen el descaro y la osadía de no confiar en lo que decimos.
No son sueños, no son delirios. Si los mensajeros dicen que El está vivo, yo les creo. Un hombre que vivió como El no muere. A Jesús, que fue todo entrega por el Reino de Dios ¿cómo Dios iba a dejarlo abandonado a la muerte? Yo también me entristecí el viernes, yo también pensé que todo estaba terminado. Pero ahora creo. En Jesús había algo que finalmente sería más fuerte que la muerte y el abismo. Yo creo que está vivo porque le creo a El.
¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? Nos dijeron los mensajeros. Y entonces juntas empezamos a recordar lo que fue la vida con El y lo que fueron sus palabras. ¡Cómo no va a estar vivo!

Yo sé lo que murmuran… dicen que somos tan ingenuas, tan crédulas… Peor que eso, dicen que todo es nuestra fantasía, que somos unas exaltadas, unas frenéticas. Sé lo que rumorean de mí. Ahora que Jesús no está desconfían, porque estuve endemoniada. Estarán pensando que mis demonios volvieron, que soy nuevamente una desquiciada.

Pero nosotras creemos. No está en la tumba, no se lo llevó la muerte. Y nuestros oídos escucharon la noticia. Pero parece que a la comunidad no le bastan nuestros ojos ni nuestros oídos. Nuestra experiencia no cuenta, nuestro testimonio no vale. ¿Por qué? Fuimos nosotras las que nos levantamos de noche. Fuimos nosotras las que teníamos preparados los óleos y los aromas que nos trajimos de vuelta. ¿Quién tiene que legitimar nuestra palabra para que quieran escucharla? ¿Si hubiera ido Pedro le habrían creído? ¿Por qué? ¿Qué pueden tener los ojos de ellos que no tengan los nuestros? ¿O nuestro corazón no se conmovió también en toda una vida con Jesús? ¿No nos da eso poder para hablar y testimoniar ahora que El no está físicamente?

¡Cuánto ganaría la comunidad si nos escuchara! ¡Cómo se enriquecería! Traemos una buena noticia y nos reciben así… Yo sólo quiero que el corazón de toda la comunidad vuelva a encenderse. Si El está vivo el Reino de Dios es posible.

María del Mar Rojo
profetisa del canto y el baile

esclava liberada, mujer nueva
hoy necesito tu intercesión.
Quiero anunciar que Dios es grande,
que mi amigo Jesús está vivo
y que el Espíritu Santo vive en mí.
Necesito las palabras ardientes
y el ritmo gozoso
para que la comunidad se encienda
para que todos tengamos Pascua
y nos pongamos a caminar

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